Publicado diario La Costa de Pto. Cabello 17-11-2010
Siempre he dicho que hay seres humanos que vienen a este mundo y pasan desapercibidos, hay otros que la vida pasa por ellos, pero ellos no pasan por la vida, pero hay otros que pasan y dejan huellas. La semana pasada se nos fue un excelente porteño que nos dejó una huella importante.
Leonardo Lamarche Salas nace en Puerto Cabello el 19 de noviembre de 1937. Se graduó en química e ingeniería química en Lousiana Tech y curso estudios de gerencia en la Universidad de Harvard. Ejerció cargos técnicos y gerenciales en la industria petrolera y petroquímica y fue miembro de la junta directiva de la Fundación Universidad Tecnológica del Centro (UNITEC).
Nos conocimos hace 22 años, cuando Leo era vicepresidente de Sherwin Williams y comenzaba a incursionar en el mundo agropecuario, donde siempre trató de implementar técnicas modernas como el riego gota a gota y la hidroponía, así como la cría de ganado Simbrah y mestizo lechero. Fue siempre un empecinado en la mejora de la productividad, no solo en este rubro, sino también en la empresa donde dedicó sus últimos años.
Leo pasó del grupo Mendoza a gerente de Tripoliven, una empresa mixta y productiva, siendo esta la única empresa del grupo petroquímico de Morón, que da ganancias y mantiene un clima armonioso con sus empleados y obreros, hechos estos, demostrados en la camaradería durante las fiestas de navidad y de todos los empleados que lo acompañaron para darle el ultimo adiós por su partida.
Pareciera que Leo presentía algo, por eso en abril del 2009 editó su libro titulado “Pobreza, educación y democracia” dedicado a la memoria de su padre, y por un bello porvenir para sus nietos.
En el preámbulo explica las razones de su libro: El legado moral y ético de su padre, el deseo de conocer, de preguntarse cosas, tratar de obtener verdades y hacerlas propias, para intentar colocar sus pensamientos en orden por medio de la escritura, utilizando el análisis del pensamiento de algunos ilustres filósofos, de otras personas e instituciones, y finalmente para su familia y nietos, con el deseo de que este libro les pueda servir para que ellos puedan ser mejores seres humanos.
En la introducción de este interesante libro nos dice que: “Los tres conceptos Pobreza, Educación y Democracia no solo están unidos sino que son interdependientes. No puede existir una democracia sin educación. Es más, el grado de democracia de un pueblo es directamente proporcional al grado de educación de sus integrantes. De manera similar, el factor más importante, el ingrediente matriz y motor para reducir la pobreza es la educación”.
Hablando de enrumbar a los países en vías de desarrollo escribió: “Digo enrumbar pues llegar a acercarse a los países democráticos desarrollados es necesariamente un proceso continuo, persistente, tenaz y de larga duración. Estoy claro que es muy difícil. Fácil es, hacer una revolución pero sus resultados, además de efímeros, son aparentes, pues se basa en la fuerza del poder usualmente usurpado e ilegal y además cortoplacista, miope y engañosa”.
Hablando de la pobreza, nos dice:”El común denominador de la pobreza, es la falta de educación académica y de valores y actitudes que sean aceptados por los pueblos, basados estos valores en el conocimiento, la cultura, la moral, la ética y que pueden ser adquiridos e interiorizados por medio de una educación de calidad”. Y concluye el capitulo con un pensamiento de Yoani Sánchez “la pobreza es el camino que lleva a la obediencia”
En fin, un libro muy interesante para reflexionar sobre la mayor desgracia de los pueblos en vías de desarrollo, que no es mas que la pobreza. Con su vida y este libro, Leo marcó su huella.
Quizás el mayor escollo en la vida de Leo, fue ser, el primo hermano de Henrique Salas Romer, el mejor gobernador de Carabobo (duélale a quien le duela) y por su puesto del “Pollo Salas”, lo cual provocó una campaña de desprestigio y difamación, de parte de algunos activistas políticos del régimen, quienes a través de medios de comunicación han arremetido no solo contra Leo, sino contra Tripoliven y sus ejecutivos.
Pero no pudieron y lejos de perjudicarlo, solo lo estimularon a trabajar con mayor ahínco por el bienestar de esta empresa, hasta el punto de morir en una actividad relativa a su cargo como Presidente de la junta directiva de Tripoliven. No pudieron con Leo.
Sentimos tristeza por su partida, pero sentimos alegría de haber conocido a un Leonardo Lamarche, que fue ejemplar ejecutivo, esposo, padre, abuelo, amigo, un gran porteño y un gran venezolano.
http://regionorientaldefalcon.blogspot.com
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